La explicación más simple que podemos escuchar respecto de la menopausia es que se trata del fin de la etapa de la mujer como sujeto reproductivo. Si le agregamos aliño, tal vez escuchemos, o leamos, que comenzamos a ser “viejas”. Sólo las mujeres que han transitado hacia esa etapa, y quienes se han dedicado en serio a estudiarla, sabrán de su complejidad emocional; sus luces y sombras.
Por un lado, llega el alivio de no tener más la regla y sus diversas molestias. Junto a eso, una serie de cambios en la apariencia que nos impactan y pueden insegurizarnos. Y es que, si bien es cierto que salvo que se trate de una menopausia precoz, esta llega cuando las mujeres ya hemos forjado nuestra identidad y nuestro rol en diversos ámbitos (personales, familiares, laborales, sociales), nadie está lo suficientemente preparado para el aumento de grasa corporal y la sequedad vaginal, por ejemplo.
No es todo. Ya desde la perimenopausia comienzan a asomarse síntomas emocionales varios: desmotivación, un tipo de cansancio distinto al experimentado en otras etapas, sensación de tristeza, angustia, ansiedad, irritabilidad, ira. Cambios abruptos de ánimo; como un prolongado síndrome premenstrual. Falta de claridad o, derechamente, confusión.
Un par, varios o todos estos síntomas que se expresan y suelen ocurrir, por desconocimiento caen en el saco de la “depresión”. Incluso si relatamos estos episodios a un especialista en salud mental que no cuenta con conocimientos actualizados sobre las complejidades físicas, emocionales y cerebrales de esta fase, es muy probable que el diagnóstico sea “depresión” y salgamos de la consulta con una receta de antidepresivo y estabilizadores del ánimo.
Lo cierto es que a veces se tratará de una depresión, pero otras muchas no. Esos síntomas no duran para siempre; la montaña rusa ya entrada la menopausia se vuelve más calma. Igual de importante: existen caminos, como la Terapia de Reemplazo Hormonal, que bien supervisada puede mejorar muchísimo la calidad de vida.
¿Qué genera todos estos síntomas? Cuando ya estamos en la perimenopausia y en la menopausia, las causas son varias y se entretejen. Son como un laberinto redondo, al que hay que saber agarrarle la punta.
Aquí 7 claves para estar alertas:
1.El rol del estrógeno: “El estrógeno es para muchas mujeres la vitamina de la alegría, como lo es la testosterona para los hombres. Cuando los niveles de estrógenos se desploman, puede parecernos que todo el color, el aire, incluso el impulso de sonreír, se desvanecen de golpe. Podemos sentirnos despojadas sin causa aparente”, explica la neuropsiquiatra estadounidense Louann Brizendine en su más reciente libro “La mujer renovada” (Salamandra, 2023).
La célebre investigadora detalla que el estrógeno estimula al cerebro para que produzca serotonina, dopamina y endorfinas, que son las sustancias químicas que más contribuyen a la sensación de alegría y bienestar. ¡No sólo eso! “Al disminuir estas sustancias químicas, disminuye también la norepinefrina, que reduce a su vez la tolerancia del hipotálamo al calor”, explica.
Es decir, la desmotivación y la pérdida de brújula del hipotálamo, que genera los bochornos y sudoraciones nocturnas, tienen la misma raíz.
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2. ¿Estoy triste, sin energía o deprimida? Sensación de tristeza o apatía, agotamiento por falta de sueño, irritabilidad, generados en su base por los cambios en los niveles de las hormonas femeninas, pueden incluir síntomas de depresión. Quién lleva años investigando la relación entre perimenopausia, menopausia y trastornos del ánimo es la doctora estadunidense Hadine Joffe, profesora asociada de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de Harvard. Joffe afirma en varios artículos que la incidencia de depresión se duplica durante este tiempo y que las mujeres que han luchado en el pasado contra la depresión o la ansiedad también podrían ver un resurgimiento de los síntomas.
Sin embargo, hace una distinción entre síntomas depresivos leves y severos. "Los síntomas depresivos más leves se han relacionado claramente con cambios hormonales", dice, basándose en su estudio publicado en 2019 en The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, que relaciona un aumento de los síntomas de depresión en la perimenopausia con las fluctuaciones de dos hormonas: progesterona y el estradiol (tipo de estrógeno). Pero cuando se trata de depresión más grave, el vínculo con los cambios hormonales femeninos no está claro.
Joffe invita también a tomar en cuenta la carga que enfrentan las mujeres que atraviesan por la perimenopausia y menopausia para sacar una foto correcta de sus respectivos estados de ánimo. Muchas están criando, trabajando, son responsables del cuidado de algún enfermo o persona mayor, lo que suma condimentos a los niveles de estrés en esta etapa.
El diagnóstico es fundamental. Es decir, una o varias miradas especializadas que identifiquen las causas y niveles de abatimiento y falta de energía y que puedan entregar un diagnóstico y caminos de tratamiento. Louann Brizendine relata en su libro que ante pacientes “al límite de sus fuerzas emocionales”, se inclina por combinaciones de hormonas y antidepresivos que tengan el menor impacto en el apetito. Buen punto aquí, cuando sabemos que, junto al caos mental y emocional, lidiamos con transformaciones físicas que a veces nos superan e incluso nos llevan a aislarnos. “Quiero que las mujeres encuentren alivio, y el peso no es una cuestión emocional. Si el sobrepeso dificulta la capacidad de una mujer para hacer ejercicio físico, la calidad de su renovación (menopausia) también se verá afectada”, escribe la neuropsiquiatra en su libro “La mujer renovada”.
3.Dormir mal, vivir mal: Entre los 40 y 55 años las mujeres comienzan a experimentar alteraciones del sueño marcadas por la perimenopausia y menopausia. Las cifras que maneja Louann Brizendine, con treinta años atendiendo mujeres, apuntan a que para más del 50% de estas la dificultad para dormir puede durar entre cuatro y siete años, o más, desde la última menstruación.
Por un lado, están los trastornos del sueño (insomnio, apnea, síndrome de las piernas inquietas), y por otro el sueño interrumpido por los sudores nocturnos, los sofocos, las palpitaciones del corazón.
Las ganas de orinar dos, tres, cuatro, cinco veces y más durante la noche es otra consecuencia del sube y baja de estrógenos.
No todo es responsabilidad de los estrógenos. Los continuos despertares que experimentamos también se deben a la desestabilización de los niveles de melatonina, neurohormona que ayuda a conciliar y mantener el sueño.
Esa falta de sueño reparador carcome el día a día de distintas maneras: baja energía e irritabilidad al enfrentar las más mínimas tareas domésticas y familiares; estrés en el trabajo y la sensación de que “será imposible lograrlo”; cero ganas de actividad física y de hacer vida social. Puede sumarse el aumento de peso, ya sea por dejar de hacer actividad física o por los cambios físicos que se generan desde la perimenopausia. Un loop del que es difícil salir sin una buena orientación médica y disciplina.
Jamás hay que perder de vista que, aunque perimenopausia y menopausia solían abordarse desde el punto de vista de la reproductivo, la mirada actual e informada aborda su impacto neurológico: “Los sofocos, la nebulosa mental, la ansiedad, las alteraciones del sueño son consecuencias de fallas en los sistemas nerviosos regulados por estrógenos”, afirma Brizendine.
¿Quién puede tener un sueño reparador en esas condiciones? La falta de sueño tiene graves repercusiones en el estado de ánimo, la memoria a corto plazo, la concentración, el metabolismo y la salud cardiaca.
Al menos seis horas de sueño ininterrumpido necesita el cerebro para desarrollar su proceso de autolimpieza y eliminar la “basura” (como las proteínas tau y amiloides sobrantes). Es durante el sueño también que las neuronas se restauran y nutren, renovando su capacidad para comunicarse entre sí. Sin un sueño reparador estos procesos no se cumplen y se abre la puerta a la inflamación y las llamadas “células zombis”. En simple, si el cerebro no genera su proceso de limpieza y la inflamación aumenta y aumenta, se puede producir deterioro cognitivo.
4. ¿Tuve un ataque de pánico? No son pocas las investigaciones que relacionanmenopausia y la depresión, sin embargo, hay menos avances para hacer la relación entre esta fase y los trastornos de ansiedad. Habría cierta evidencia de que las mujeres tienen más probabilidades de experimentar ataques de pánico durante y después de la transición menopáusica, según la doctora Hadine Joffe, pero esa aparente conexión podría reflejar la dificultad para distinguir entre un ataque de pánico y los sofocos que, ciertamente, tienen características en común como el aceleramiento de los latidos del corazón, el sudor súbito y sensación de fatalidad. Una forma de diferenciarlos es que mientras en los primeros cunde la sensación de quedar sin aliento, en los segundos eso no sucede.
5. ¿Sin una gota de energía?: A la falta de energía provocada por un mal dormir que se repite noche tras noche, se suma en algunos casos reglas especialmente abundantes, tanto que ni tampones y toallitas nocturnas impiden “accidentes”. La cantidad de sangre puede ser incluso alarmante, más si hay presencia de coágulos. Se habla de “menorragia” cuando se está en presencia de un sangrado de tales características, o cuando dura más de siete días. Esta puede provocar falta de hierro y anemia, es decir, el cuerpo no obtiene suficiente cantidad de sangre rica en oxígeno y eso genera cansancio y debilidad.
6. ¿Fin del deseo sexual?
Con sensación de tristeza, somnolientas, irritables, tal vez con unos kilos demás, inseguras y con sensación de estar en medio de un caos que no dominamos llegamos a la pregunta ¿qué pasa con estas pocas ganas que tengo de sexo? La libido yéndose a pique es parte de lo que muchas mujeres viven durante la menopausia.
Partamos con que, al llegar a la menopausia, las mujeres contamos con hasta tres veces menos de testosterona que en nuestra etapa fértil, lo que provoca una baja del deseo sexual, junto con una sensación de falta de energía, fatiga, pérdida de fuerza.
Por otro lado, la disminución de los estrógenos puede afectar la respuesta sexual. “El efecto más notable es sobre la respuesta orgásmica: la función nerviosa alterada debido al estado hipoestrogénico de la menopausia puede retrasar el tiempo de reacción del clítoris y provocar una respuesta orgásmica lenta o ausente. Este efecto, junto con la secreción vaginal retrasada o ausente, la plataforma orgásmica disminuida (es decir, la congestión disminuida o ausente en el tercio externo de la vagina) y las contracciones uterinas dolorosas (en algunas mujeres posmenopáusicas de 60 a 70 años) afectan la experiencia sexual”, se lee en la investigación de la psiquiatra estadounidense Jeanne L. Leventhal, disponible en la plataforma de la National Library of Medicine, donde la especialista reconoce que el impacto psicológico de estos cambios sexuales es variado y puede ser muy perturbador para las mujeres y sus parejas.
7. Estrés, peligroso siempre: ¿Por qué es importantísimo bajar los niveles de estrés que generan todos estos cambios? La respuesta es el cortisol. Esta hormona del estrés, que producen las glándulas suprarrenales, en altas cantidades durante la mañana y bajan durante la noche, tiene gran impacto en el cerebro emocional. Actúa como supresor del sistema inmune y, en exceso, puede generar depresión, irritabilidad y deterioro cognitivo.
Se sabe, también, que el estrés puede alterar el sueño. De hecho, la consolidación de la memoria durante el sueño requiere de niveles bajos de cortisol.
El estrés crónico implica una subida crónica del cortisol.
Siete claves para entender qué nos pasa anímica, emocional y cerebralmente desde la perimenopausia. Leerlas puede resultar inquietante, pero, también, permite “metabolizar” esa información, tal vez socializarla con personas de confianza, sentirse menos solas y tomar determinaciones: ¿Acudo o no a un especialista que me guíe en este camino? Una vez que me siente frente a ese especialista, ¿qué debo preguntarle respecto de mis síntomas? ¿Qué tratamientos podrían ayudarme? ¿Es necesario corregir aspectos de mi rutina y estilo de vida? No hay que responder a todo de una vez. Escucharse y escuchar es importante, y tomar buenas determinaciones, siempre personales, es fundamental.
La buena noticia es que hay recompensa tras ese camino. “Mi intención es que las mujeres que enfrentan la menopausia no sientan que ya se acabó todo y que después del ciclo fértil todo se irá cuesta abajo. Al revés: en la menopausia se va hacia arriba. Dejas de desestabilizarte cada mes y dejas la montaña rusa hormonal que te tiene cada semana enfrentando un flujo hormonal distinto”, dijo Louann Brizendine en una entrevista publicada en agosto de 2023 en “Ya”, de El Mercurio. Y añadió: “Cuando la mujer se libera de la guerra hormonal, tiene más sabiduría, más experiencia, y puede ser más directa. Ya no tiene que medir sus palabras o andar agradando a la gente”.
No es poco.
Las recomendaciones de una especialista:
Hadine Joffe, profesora asociada de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de Harvard, sugiere en un artículo del “Harvard Health Publishing” poner foco en 6 aspectos:
1. “Tener en cuenta que los cambios de humor pueden acompañar a otros síntomas de la menopausia”.
2. “Controlar el estado de ánimo y tomar nota de los patrones de otros factores, como el sueño y los niveles de estrés. Buscar ayuda profesional si los síntomas se vuelven graves e interfieren con la vida diaria”.
3. “Realizar cambios en el estilo de vida, como aumentar el ejercicio, dormir lo suficiente y controlar el estrés para reducir los posibles síntomas”.
4. “Acercarse a los demás. No luchar sola”.
5. Saber que es temporal. Por lo general, los cambios de humor que acompañan a los cambios hormonales femeninos durante la transición menopáusica no duran. Los datos muestran que estos riesgos relacionados con las hormonas disminuyen a medida que pasa el tiempo después de la menopausia. Las personas que optan por tratar su afección con antidepresivos u otros métodos no necesariamente tendrán que continuar el tratamiento para siempre, posiblemente solo durante este período”.
6. "Veo a muchas mujeres que realmente temen estar cayendo en una experiencia de envejecimiento deprimente. Este no es el caso y hay ayuda disponible”.